EL REY DAVID
Después de la muerte de Saúl gobernaron a las doce tribus
algunos pretendientes al trono hasta que decidieron reconocer al rey David, de
la tribu de Judá.
David se estableció en Hebrón y luego conquistó Jerusalén
donde reinó 33 años. Conquistó muchas tierras y amplió el territorio.
David y la nueva capital: el refuerzo de la monarquía
David, hijo de la guerra. David propiamente
surge como militar.
Su capacidad y éxito en la guerra lo llevan al trono.
Una vez en el trono y lleno de riquezas y poder, hará
reflexionar a escribas de corte (cfr. 1 Cro 23,4), pagados por la corona, sobre
su vida. (1 S 17,1ss; 2 S 21,19)
Saúl había logrado instaurar un ejército permanente en
Israel. En este sentido, el ejército de David no era sorpresa.
Lo que sorprende es la astucia de David en crear una
estructura administrativa, según el modelo egipcio-cananeo.
Su primera preocupación fue la de conquistar Jerusalén,
ciudad administrada por cananeos, situada entre las tribus del norte y del sur
y que, por lo mismo, impedía su unión.
David conquista Jerusalén y la convierte en la capital de
su reino (2 S 5,6‑12), como ciudad cananea, era una cantera de oficiales
de gobierno con experiencia en la administración
del sistema tributario. Por algo David no pasó
por la espada a sus habitantes, como era costumbre.
Establece una cúpula administrativa alterna, de hombres
fieles a su causa, tanto del ejército con Joab y Benaías, como de la estructura
religiosa con Abiatar y Sadoq (2 S 8,15‑18).
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